martes, 22 de julio de 2014

Firma de ejemplares



Ese momento en el cual el libro cambia de manos tiene la peculiaridad de poner en la casilla del lector esa parte de responsabilidad que le compete a la hora de juzgar el trabajo del autor. Ese trasiego de páginas se convierte en el vehículo imprescindible para que la persona que un día se puso a escribir vea hasta donde puede llegar aquello que salió de su pluma. Por eso a la hora de escribir unas líneas para que figuren como dato añadido al margen de la propia publicación, el autor siente la emoción propia del que está ofreciendo lo mejor de si mismo. La trayectoria a seguir por parte de ese ejemplar firmado nunca la sabremos, su devenir trasciende a ese mágico momento, es deseable que no se convierta en algo personal y la rueda de lectores en torno a esa firma gire y gire. Dos personas, un libro y un exposición de pintura como mudo testigo, qué más se puede pedir para que la trasmisión de conocimientos se ponga en marcha.
“Cuando los bosques mueren” vuela de nuevo, cambia de manos. La satisfacción se refleja en los rostros. El preámbulo ya está escrito. Tan solo falta la culminación del proceso, la respuesta del lector.

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