jueves, 19 de marzo de 2015

Personajes y allegados




Cuando se decide emprender la tarea de enfrentarse a una novela se piensa en los personajes. Enseguida surgen los dos fundamentales: alguien que trata de sobrevivir a los avatares de la historia narrada y otro que se dedica a poner zancadillas. Pueden ser personas o cualquier otro elemento que consideremos como personaje principal de aquello a lo que nos enfrentamos como autor, en eso no voy a entrar.
Una vez situados estos dos elementos, luego viene una larga retahila en lo que se viene a denominar personajes arquetípicos, que según con el apunte teórico que tropecemos puede contener unos y otros nombres, aunque en esencia es el mismo. Me quedo con ocho que son un clásico: protagonista, antagonista, tutor, contagonista, razón, emoción, ayudante y escéptico, que al igual que ocurre en algunos estamentos militares, trabajan por parejas, y que a poco que nos paremos a pensar en su denominación, cae por su propio peso la aportación que hacen al desarrollo de la novela.
Los dos fundamentales actúan dentro de lo que se viene llamando la historia subjetiva, o sea la parte de la narración que más tiene que ver con los pensamientos, las ideas, el alma de aquello que queremos contar. Y el resto, o sea las cuatro parejas mencionadas, se desenvuelven dentro de la historia objetiva, es decir, de la acción, de lo que se deja ver, de lo palpable.
Hasta aquí la teoría ¿bonita, verdad?
Pero luego viene la práctica y conforme avanza el borrador surgen los allegados —término difícil de encontrar en la wikipedia porque me lo acabo de inventar—, que van creciendo y creciendo hasta el punto de que hay que asignarles algún papel. ¿Qué hacer? ¿Cómo destronar de sus poltronas a los diez personajes mencionados, si todos ellos están cumpliendo con la misión encomendada? Desde luego si la rebelión es notoria, no queda más remedio que tirar a la basura todos los esquemas mentales y físicos y comenzar de nuevo. Y en el caso de que no se vean afectados los cimientos de la obra en ciernes, se puede optar por un término que tampoco es para buscar su copyraid, pero que podemos denominar: trío, o sea, alguien o algo tan pegado a ese personaje que nos plantea la duda de quién es quién. Pongo por caso: personaje principal, personaje obstáculo y personaje allegado, que puede ir con el bueno o con el malo, eso ya depende de la historia. Me cachis, lo que da de si comerse el coco con tal de no dejar sin trabajo a alguien que nos cae bien.
En la novela Cuando los bosques mueren, se da -me parece-, algún caso de personaje allegado, pero no seré yo quien lo descubra. Ahí lo dejo.

domingo, 8 de marzo de 2015

Cronología de los personajes


Hurgando entre los papeles previos al desarrollo de la novela, nos podemos encontrar de todo y casi todo necesario. Valga esta especie de listado elaborado con la sana intención de no perderse en el tiempo y no caer en el error de dar como fecha de nacimiento al nieto antes que al abuelo –pongo por caso.
Así pues resulta que en el año 1926 nació para la historia de esta novela, Bernardo Farratell Acosta, más conocido como “Don Berna”, siendo el de más edad de todos los personajes que desfilarán por sus páginas y que representará uno de los papeles más significativos dentro de la misma. Diez años después, o sea en 1936, nace Basiliano Arnao Molina –padre de Chus– y Ana Lebrón Castaño, madre de Carmela. Chus y Carmela comienzan su andadura en la primera página de la novela y no la sueltan hasta la última, con lo cual ya hay mucho dicho.
En 1943 nace Santiago Guijarro Rodríguez, conocido por Macegoso y Mimbreras –los dos pueblos principales de esta narración–, como “el seprona”, dado que su profesión está ligada a este memorable cuerpo de la Guardia Civil, y que hace de investigador puro y duro.
En 1959 nace Celestino Márquez Chaza, “Chascajavas”, ignorante él mismo del importante papel que le tocaba desempeñar junto a Chus y Carmela.
En 1961 nace Jesús Arnao Dominguez, “Chus”, teniendo a la sazón su padre 25 años y su madre 21. Datos de suma importancia para el autor, de cara a la construcción de los personajes.
En 1964 nace Candelaria Sicre Cantos, amiga inseparable de Carmela y un año después lo hace, la protagonista, o sea Mari Carmen Alonso Lebrón, “Carmela”.
En 1970 muere la madre de Chus, Virginia Domínguez, y a partir de ese momento le cambia la vida de parte de parte.
En 1981, Chus, llega junto a su padre, a Macegoso, allí conoce a Chascajavas y ahí comienza una amistad que le habría de llevar por un camino que ni él mismo se imaginaba.
1991 sería un año clave para el devenir de la vida del protagonista de esta novela. Tiene ya treinta años, toda una vida por delante y le llega el momento de elegir con qué carta quedarse, y elige.
En 1995, lo tres amigos, inseparables durante muchas jornadas, se adentran en un poblado muy especial. Ni ellos mismos saben dónde han ido a parar, pero en ese lugar,, la vida se iba a encargar de ponerlos a cada uno en su sitio. Hasta aquí el desarrollo esquematizado de las fechas en las que están basadas la novela Cuando los bosques mueren y que al autor le sirvieron, como digo, para no perderse ni en el espacio, ni en el tiempo.