Qué alegría cuando uno recibe en la puerta de su casa el
producto de meses de trabajo.
Llega el paquete y se recibe con los brazos
abiertos como si se tratase de la entrada de lo que más quieres en el mundo.
Se
desembala con sumo cuidado y allí aparecen los ejemplares, todos juntitos, como
camada de perdiz.
Luego llega la hora de presentarlo en sociedad ⸺los amigos lo primero⸺, de pasearlo hasta que
aprende a andar solito y de firmar a personas extrañas para que tengan un buen
recuerdo de aquel día que por casualidad pasaban por allí.
Bienvenido seas,
libro mío, primogénito de mis carnes ¿cómo olvidar aquellos momentos?
A fuerza
de ser pesado los recuerdo una y otra vez y lo hago en público para que quede
fehaciente constancia de la felicidad que dan momentos así.
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