lunes, 2 de abril de 2018

Remembranza



Qué alegría cuando uno recibe en la puerta de su casa el producto de meses de trabajo.



 Llega el paquete y se recibe con los brazos abiertos como si se tratase de la entrada de lo que más quieres en el mundo. 



Se desembala con sumo cuidado y allí aparecen los ejemplares, todos juntitos, como camada de perdiz.



 Luego llega la hora de presentarlo en sociedad los amigos lo primero, de pasearlo hasta que aprende a andar solito y de firmar a personas extrañas para que tengan un buen recuerdo de aquel día que por casualidad pasaban por allí. 



Bienvenido seas, libro mío, primogénito de mis carnes ¿cómo olvidar aquellos momentos?



 A fuerza de ser pesado los recuerdo una y otra vez y lo hago en público para que quede fehaciente constancia de la felicidad que dan momentos así.

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