viernes, 6 de noviembre de 2015

Verano del ochenta y uno


En el año 1981 gobierna en el mundo Ronal Reagan, en España Calvo Sotelo y en Andalucía Rafael Escuredo. Ninguno de ellos pudo impedir que un teniente coronel de la Guardia Civil se subiera al estrado del parlamento español y pistola en mano ocupase la primera página de los diarios de todo el orbe conocido. Fue uno de los momentos más delicados de la barbilampiña democracia española. Claro que ETA seguía matando en las calles y eso está siempre por encima de todas las cosas como problema a resolver. Por eso apenas se le dio importancia al editorial de el Correo de Andalucía del 26 de Junio donde se proclamaba que el independentismo catalán cobraba fuerza porque ochenta mil catalanistas en el Nou Camp, habían gritado aquello de somos una nación. ¡Válgame la furia de los mares!, con lo que estamos soportando y la que se nos avecina en los próximos días.
En el celuloide relumbraba “Espartaco” con Kirk Douglas dirigida por Stanley Kubrick y “El crimen de Cuenca” de Pilar Miró. El salario mínimo andaba por las 842 pesetas, mientras que se podía viajar a Cuba por 63.000 ptas para una estancia de 15 días. Es la época de Vacaciones en el mar y el Libro gordo de Petete y la TVE tenía horarios de apertura y cierre.
En el mes de Junio se producen seis incendios forestales en la provincia de Huelva, siendo en Rosal de la Frontera y en Paterna del Campo donde las dificultades para su extinción fueron mayores. Así mismo trasciende en algunos medios el debate sobre la intencionalidad de los incendios, ya que en más de uno se sabe del uso de mechas incendiarias, de amenazas telefónicas o de los intereses creados en torno a la comercialización de la madera quemada. Para echarse a temblar.
Con sus veinte años en la mochila, llega a Macegoso, Jesús Arnao, Chus, y allí conoce a Celestino Márquez, Chascajavas, con el que habría de trabar una buena amistad. Mari Carmen Alonso, Carmela, aún estaba en el horizonte. En la tranquilidad de la sierra, se formaba y crecía como mujer, sin la menor preocupación por saber lo que el destino le tenía reservado.
Por estos y otros motivos vio la luz Cuando los bosques mueren, un libro sin punto y final, que trata de dar un poco de luz a los negros nubarrones que trascienden a las llamas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario